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SERIE: DE LA CASA AL PALACIO
La vida de David nos enseña que las promesas de Dios no se cumplen por atajos, sino por procesos. Después de vencer a Goliat, David no se creyó autosuficiente ni buscó derrocar a Saúl, aunque sabía que sería rey. En cambio, sirvió con humildad, respetó la autoridad imperfecta de Saúl y se enfocó en hacer bien cada tarea pequeña (1 Samuel 18:5 NTV). ¿Y tú? ¿Te desesperas por alcanzar tus sueños o confías en que Dios usa el tiempo para prepararte? «Trabuden con entusiasmo, como si fueran a servir al Señor y no a la gente» (Colosenses 3:23 NTV).
La verdadera grandeza no está en el reconocimiento, sino en el corazón. David cubrió las debilidades de Saúl, como los hijos de Noé cubrieron a su padre, eligiendo restaurar en lugar de destruir (Génesis 9:23). Hoy, muchos quieren liderar sin haber aprendido a servir, critican a sus jefes o pastores, y pierden bendiciones por su orgullo. ¿Qué haces cuando ves los errores de quienes están arriba? ¿Los usas para crecer o para quejarte?
P. ELIAS HOYOS
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