SERIE: CARTAS DESDE LA PRISIÓN
Ninguno de nosotros puede cambiarse a sí mismo por completo. Por más fuerza de voluntad que tengamos, siempre hay momentos de debilidad donde fallamos. El mundo ofrece una «perfección» superficial, basada en apariencias y logros temporales, pero esa no es la verdadera transformación. Como dijo Pablo, todo eso al final es basura si no está cimentado en lo eterno (Filipenses 3:8 NTV). La clave está en reconocer que somos esclavos del pecado y necesitamos a alguien que nos libere: Jesús. Él ya lo hizo, y al creer en Él, somos hechos libres (Juan 8:36 NTV). Practica soltar la idea de que debes ser perfecto por tus propias fuerzas y confía en que Él ya te dio la libertad.
Ser libre no significa ser perfecto de inmediato, sino estar en un proceso continuo donde Dios trabaja en nosotros. Cada día, a través de Su Palabra, las circunstancias y las personas que Él pone en nuestro camino, vamos siendo moldeados para parecernos más a Jesús. Como dice Filipenses 3:12 NTV: «No digo que ya lo haya conseguido todo o que ya sea perfecto, pero sigo adelante para poseer esa perfección para la cual Cristo Jesús primero me poseyó». Practica permitir que Dios obre en áreas específicas de tu vida: estudia la Biblia para renovar tu mente (Romanos 12:2 NTV), acepta corrección con humildad y ora para que Él te muestre dónde necesita actuar.
Dios siempre llega Justo a Tiempo
P. Elias hoyos
