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En la vida, a menudo nos encontramos en situaciones donde queremos demostrar a los demás que hemos cambiado, especialmente cuando hemos tenido un encuentro transformador con Dios. Sin embargo, tratar de cambiar solo para que otros lo vean y lo validen puede ser agotador y frustrante. No todos creerán en nuestro cambio, y eso está bien. Lo importante es que nosotros sepamos lo que Dios ha hecho en nuestras vidas y confiemos en que Él se encargará de hablar por nosotros.
La historia del ciego de nacimiento en Juan capítulo 9 nos enseña una valiosa lección. Este hombre recibió la vista física y tuvo un encuentro con Jesús que cambió su vida para siempre. A pesar de las críticas y la incredulidad de los fariseos, él sabía lo que había experimentado y eso era suficiente para él. Nosotros también debemos encontrar nuestra suficiencia en lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, sin necesidad de buscar la aprobación de los demás.
En nuestra vida diaria, es crucial recordar que nuestro cambio y transformación deben ser para nosotros mismos y para Dios, no para la validación de los demás. Confiar en Dios y disfrutar de lo que Él está haciendo en nuestras vidas nos traerá un verdadero reposo y satisfacción. No necesitamos forzar las cosas para que otros crean en nuestro cambio; Dios hará que nuestro fruto sea evidente a su tiempo. En lugar de esforzarnos por demostrar nuestro cambio, podemos encontrar paz en saber que Dios está obrando en nosotros y que Él se encargará de hacer que nuestro cambio sea evidente a su tiempo.
Dios siempre llega Justo a Tiempo
P. Elias hoyos
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