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Hace poco, mientras leía la Biblia con mi hija en la terraza, nos detuvimos en el capítulo 3 de Daniel, una historia que siempre me ha inspirado. Se trata de tres jóvenes, Sadrach, Mesach y Abednego, que fueron llevados cautivos a Babilonia. A pesar de las presiones y amenazas del rey Nabucodonosor, ellos se mantuvieron firmes en su fe y no se arrodillaron ante la estatua que él había mandado construir. Esta historia me recuerda que, cuando dependemos de Dios, ninguna arma forjada contra nosotros prosperará. Es crucial que, como cristianos, no busquemos a Dios solo por conveniencia, sino porque realmente lo amamos y confiamos en Él.

Estos tres jóvenes sabían en quién habían creído y no estaban dispuestos a comprometer sus principios, incluso ante la amenaza de muerte. Su respuesta a Nabucodonosor fue clara: aunque Dios pudiera salvarlos, ellos seguirían adorándolo, incluso si no lo hacía. Esta fidelidad y confianza en Dios es un ejemplo para nosotros. En nuestra vida diaria, enfrentamos muchas tentaciones y presiones para ceder a lo que el mundo nos ofrece. Sin embargo, como Sadrach, Mesach y Abednego, debemos mantenernos firmes en nuestra fe y no permitir que nada ni nadie nos aparte de seguir a Cristo.

La historia de estos tres jóvenes nos enseña que, aunque las circunstancias parezcan adversas, Dios está siempre con nosotros y nos fortalece. Ellos fueron arrojados a un horno ardiente, pero Dios los protegió y los salvó. Esto nos recuerda que, aunque enfrentemos pruebas y tribulaciones, Dios está presente y nos acompaña. La fidelidad a Dios siempre trae bendiciones, no necesariamente inmediatas, pero a largo plazo. Así que, en nuestra vida diaria, debemos ser fieles a Dios, confiar en Su soberanía y creer que Él tiene un plan perfecto para nosotros.

DIOS SIEMPRE LLEGA JUSTO A TIEMPO

P. ELIAS HOYOS

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