Hacer el bien no debería depender de cómo los demás respondan a nuestras acciones. La verdadera esencia de vivir como Jesús nos enseñó radica en manifestar la nueva naturaleza que hemos recibido al aceptar a Cristo en nuestras vidas. Esta transformación nos permite amar y perdonar, incluso a aquellos que no nos desean lo mejor. La vida cristiana puede parecer un reto, pero es en este desafío donde encontramos la oportunidad de mostrar el amor de Dios a través de nuestras acciones, sin esperar nada a cambio.
Es fundamental recordar que nuestra identidad y gozo no dependen de las circunstancias externas o del comportamiento de los demás. A menudo, nos desgastamos esperando recompensas o cambios en quienes nos rodean, pero debemos enfocarnos en lo que podemos controlar: nuestras propias acciones y actitudes.
DIOS SIEMPRE LLEGA JUSTO A TIEMPO
P. ELIAS HOYOS
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