Satanás es experto en llevarnos al punto de desesperación, tentándonos para que pequemos y nos alejemos del propósito de Dios. Es importante recordar que las personas no cambian y que nosotros no podemos transformar sus corazones; solo Dios puede hacerlo. Por eso, es crucial entender que no se trata de cambiar a los demás ni de esperar que las situaciones cambien, sino de cómo nosotros decidimos responder ante ellas.
Dios no tienta a nadie, como lo enseña Santiago en su carta. Es crucial no culpar a Dios por las decisiones que tomamos cuando caemos en tentaciones. Al contrario, debemos aprender a confiar y esperar en Él, buscando su sabiduría y dominio propio para no ceder ante las provocaciones. De esta manera, podremos caminar en victoria y bendición, sabiendo que Dios es nuestra fuerza y fortaleza.
DIOS SIEMPRE LLEGA JUSTO A TIEMPO
P. ELIAS HOYOS
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