En el ajetreo de la vida, es fácil dejarse llevar por la ansiedad y el estrés, lo que a menudo nos lleva a tomar decisiones apresuradas y mal consideradas. ¿Cuántas veces hemos actuado impulsivamente bajo la presión del momento, solo para lamentarlo más tarde? Es en estos momentos de turbulencia emocional cuando es más crucial recordar la importancia de la calma.
La calma no es solo una virtud, es una fortaleza. La Biblia nos enseña que mantener la serenidad es señal de sabiduría, mientras que la impaciencia es muestra de necedad. Proverbios 14:29-30 nos recuerda que una mente tranquila trae salud al cuerpo, mientras que la envidia y la ira lo enferman. En esencia, la calma es curativa, tanto para el espíritu como para el cuerpo.
DIOS SIEMPRE LLEGA JUSTO A TIEMPO
P. ELIAS HOYOS
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