SERIE: CARTAS DESDE LA PRISIÓN
Somos bendecidos por Dios, no para atesorar riquezas, sino para compartirlas y bendecir a los demás. La sociedad nos enseña a buscar la felicidad en lo material, pero la verdadera alegría proviene de nuestra relación con Dios y de ser generosos con quienes nos rodean. Como dice Hechos 20:35, «Hay más felicidad en dar que en recibir».
Dios nos ha dado todo lo que tenemos, no para que lo guardemos egoístamente, sino para que lo utilicemos para su gloria y para el bien de los demás. Debemos aprender a ver las necesidades de quienes nos rodean y estar dispuestos a vaciar nuestras manos para bendecirlos, tal como Jesús hizo (Mateo 14:13-21). Cuando damos con alegría y generosidad, Dios se encarga de suplir nuestras propias necesidades (2 Corintios 9:6-8).
P. Elias hoyos