¿Hasta qué punto podemos llegar en nuestra terquedad u orgullo? ¿Golpearnos y volvernos a levantar para cometer los mismos errores y seguir sufriendo?, parece que nos gusta vivir de prueba y error, pero ¿para eso nos llamó Dios? Yo creo que no, somos nosotros los que nos alejamos y lastimosamente hasta que no tocamos fondo, no reconocemos que necesitamos de Él.
Así le pasó al joven de esta historia, más conocido como el hijo pródigo, tuvo que llegar al punto de estar cara a cara con los cerdos para recordar que no pertenecía allí y que en la casa de su padre había abundancia de pan.
¿Hasta dónde más vas a caer o que más quiere probar o experimentar?
No esperes a estar cara a cara con los cerdos, hoy tienes una oportunidad para recordar cuánto te ama Dios y que todavía hay esperanza.
Dios siempre llega JUSTO A TIEMPO
P. Eliashc
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