En el relato de Génesis 2:15-17, Dios nos muestra la responsabilidad que tenemos como seres humanos: cultivar y cuidar lo que nos ha sido confiado. Al igual que Adán fue colocado en el Jardín del Edén para trabajar y protegerlo, nosotros también tenemos la tarea de cuidar de nuestras familias y relaciones. Sin embargo, muchas veces nos distraemos con las preocupaciones diarias y el afán de trabajar, olvidando lo que realmente importa. La desobediencia y el descuido pueden llevarnos a perder lo más valioso que tenemos: nuestros seres queridos.
Es fundamental reflexionar sobre cómo estamos gestionando nuestras responsabilidades. La vida moderna nos empuja a enfocarnos en el éxito material, pero esto no debe ser a expensas de nuestra familia. Nuestros hijos y parejas necesitan nuestra atención y cuidado. Si descuidamos estas relaciones, permitimos que influencias externas, como los medios de comunicación y la tecnología, tomen el control de sus vidas. Es nuestra responsabilidad estar atentos y proteger a nuestros seres queridos de las distracciones que pueden alejarlos de su propósito.
Hoy te invito a hacer una pausa y evaluar cómo estás cultivando y cuidando tu «huerto». Pregúntate si realmente estás presente en la vida de tu familia y si estás construyendo un ambiente saludable y seguro para ellos. Recuerda que el tiempo es un recurso valioso que no se puede recuperar.
Dios siempre llega Justo a Tiempo
P. Elias hoyos
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