SERIE: CARTAS DESDE LA PRISIÓN
La iglesia de los filipenses nos deja un poderoso ejemplo de generosidad y honra. Cuando supieron que el apóstol Pablo estaba en la cárcel, no lo olvidaron ni se alejaron, sino que sufrieron y se entristecieron por su causa. Esto demuestra que la verdadera comunión y el amor genuino se manifiestan cuando nos preocupamos por las necesidades de los demás, sin esperar nada a cambio. Como dice Filipenses 2:29, «Recíbanlo, pues, con gran alegría en el Señor y honren a personas como él».
La iglesia del primer siglo practicaba una cultura de generosidad proactiva, donde no esperaban a que les pidieran ayuda, sino que observaban las necesidades de sus hermanos y se ofrecían a suplirlas. Esto es lo que Jesús nos enseñó con su ejemplo, al ver a la gente como «ovejas sin pastor» y tener compasión de ellos (Mateo 9:36). Debemos aprender a ver más allá de nuestras propias necesidades y estar atentos a las de los demás, para poder bendecirlos y honrarlos como merecen.
P. Elias hoyos
