El perdón es un tema fundamental en nuestras vidas, tanto en la relación con los demás como en nuestra conexión con Dios. A menudo, nos encontramos atrapados en el orgullo y la altivez, lo que nos impide reconocer nuestras fallas y pedir perdón. La historia de Jacob y Esaú ilustra cómo las heridas no resueltas pueden afectar nuestras vidas y relaciones. Jacob, al desear la primogenitura de su hermano, causó un daño profundo que lo llevó a huir y vivir con el peso de su culpa. Sin embargo, su encuentro con Dios le mostró que no podía avanzar sin primero reconciliarse con Esaú .
Es crucial entender que pedir perdón a Dios no es suficiente si no estamos dispuestos a restaurar nuestras relaciones con quienes hemos ofendido. La verdadera sanación ocurre cuando somos intencionales en buscar la reconciliación y en aceptar el perdón de los demás.
DIOS SIEMPRE LLEGA JUSTO A TIEMPO
P. ELIAS HOYOS
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