Huirle a los problemas es aplazarlos una y otra vez, pensamos que ya pasaron porque le “hicimos el quite” pero mañana ahí estarán otra vez y quizás peor.
Hay personas que me dicen: Pastor, quiero renunciar a este trabajo, quiero cambiar de ciudad o país, quiero irme lejos y tratar de volver a empezar! Eso es algo bueno, sin embargo, hay un gran inconveniente y es que el lugar a donde vayas no cambiara tu situación, debemos entender que la mayoría de problemas no son problemas en Dios sino oportunidades, pero para verlo de esta manera necesitas conocer a Dios, crecer en la fe, no solo tenerla y para que esto suceda necesitas dejar que Dios transforme tu vida DE ADENTRO HACIA AFUERA, nunca podrás disfrutar lo externo si primero no eres transformado en tu interior.
Entonces cada vez que trates de cambiar algo, solo tendrás una tranquilidad momentánea porque lo de afuera no es el inconveniente sino lo que está adentro en tu corazón. Siempre veremos la vida desde la perspectiva equivocada si Dios no vive en nosotros y cambia nuestra vida. Te coloco este ejemplo: es como si llegaras a tu casa a cambiar las sillas de lugar para que todo se vea bien, al cabo de unas horas te darás cuenta que algo sigue en desorden, no eran las sillas, era todo! Tenías que hacer un aseo profundo para ver realmente esa limpieza.
Nos pasamos la vida cambiando cosas y no permitimos que Dios transforme primero nuestro interior. ¿Vas a seguir así? O ¿dejas que Dios entre en tu vida y haga su voluntad en ti? Te aseguro que este es el momento!
Dios siempre llega JUSTO A TIEMPO
P.Eliashc
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Amén