SERIE: DE LA CASA AL PALACIO
Dios nos llama a grandes propósitos, pero antes de entregarnos la corona, nos invita a aprender a cargar el corazón. Como David, ungido como rey pero enviado a servir a un líder caído como músico, descubrimos que la verdadera unción no se demuestra con títulos, sino con obediencia en lo invisible (1 Samuel 16:14-23). La preparación divina ocurre en la cotidianidad: mientras pastoreamos ovejas, cuidamos una familia, o honramos a un jefe difícil. No hay atajos: si queremos reinar con integridad, primero debemos servir con humildad, incluso bajo autoridades imperfectas. «Si son fieles en las cosas pequeñas, lo serán en las grandes» (Lucas 16:10a, NTV).
Dios siempre llega Justo a Tiempo
P. Elias hoyos