SERIE: DE LA CASA AL PALACIO
La vida a menudo nos golpea con cargas que parecen diseñadas para derribarnos: crisis económicas, relaciones rotas, presiones sociales y voces que nos dicen «no eres suficiente». Satanás usa estas herramientas para robarnos la paz, la esperanza y hasta nuestra identidad. Pero, como le pasó a Daniel al ser llevado cautivo a Babilonia, Dios no promete eliminar las tormentas, sino darnos firmeza para caminar sobre las olas. Él no cambia las circunstancias, pero sí transforma nuestra perspectiva. Daniel entendió que, aunque todo a su alrededor gritaba «eres esclavo», su verdadera identidad estaba en quién Dios decía que era: un hijo amado, con propósito eterno (Daniel 1:8 NTV: «Pero Daniel estaba decidido a no contaminarse… así que le pidió al supervisor que no lo obligara a comer esos alimentos»).
El mundo intenta definirnos por lo que sentimos, por lo que tenemos o por cómo encajamos en sus moldes. Nos presiona para que creamos que la libertad está en rebelarnos, en seguir emociones efímeras o en buscar aceptación a cualquier costo. Pero, como Israel en Egipto, corremos el riesgo de acostumbrarnos a la esclavitud mental: creer que no hay salida, que merecemos el dolor o que Dios se ha olvidado de nosotros. La verdad es que somos más que nuestras circunstancias. Daniel no dejó que Babilonia le robara su fe ni su integridad, porque sabía que su valor no dependía del aplauso humano, sino de la promesa divina. Santiago 1:6-8 NTV advierte: «Pero, cuando le pidan algo, crean en Dios… los indecisos son tan inestables como las olas del mar… no reciben nada del Señor».
Pastor Eliashc