En nuestra vida cotidiana, a menudo nos encontramos buscando estabilidad y dirección, y muchas veces depositamos nuestra confianza en cosas o personas que creemos pueden darnos lo que necesitamos. Sin embargo, la Biblia nos advierte sobre la idolatría, que no es solo adorar imágenes físicas, sino también poner en un pedestal el dinero, la familia, otras personas o incluso a uno mismo. La capacidad de creer es inherente a la naturaleza humana, y creer mal, es decir, depositar nuestra confianza en algo que no es Dios, es un error que nos aleja de una relación sana con Él.

El profeta Isaías, en su capítulo 44, verso 6 en adelante, nos recuerda que Dios es el único rey y redentor, y que la idolatría es una necedad. Nos muestra cómo la fabricación de ídolos y la adoración de objetos que no pueden ayudarnos solo nos lleva a la deshonra y la vergüenza. La idolatría no es compartida por Dios, y utilizar el don que Él nos dio para creer en lo incorrecto es manifestar infidelidad. La pregunta que debemos hacernos es si realmente estamos amando a Dios y viviendo de acuerdo con su voluntad y su verdad.

En nuestra vida diaria, debemos reflexionar sobre en quién o en qué depositamos nuestra confianza. ¿Estamos siguiendo a Dios o a nuestros propios ídolos? La idolatría puede presentarse de muchas formas, y solo al reconocerla y eliminarla de nuestros corazones podemos tener una relación sana con Dios. Es importante recordar que Dios no comparte su gloria con nadie, y que creer mal es un desvío del camino correcto. Al meditar en nuestras acciones y en lo que realmente adoramos, podemos encontrar la dirección y la estabilidad que solo Dios puede proporcionar.

DIOS SIEMPRE LLEGA JUSTOA TIEMPO

P. ELIAS HOYOS

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