Cuidar nuestro corazón es una tarea que requiere atención y conexión con Dios. En la historia del rey Ezequías, vemos cómo recibió un mensaje difícil: debía preparar su vida porque iba a morir. Aunque al final Dios le extendió su vida por 15 años más, Ezequías no se detuvo a reflexionar sobre la razón detrás de esta advertencia. A menudo, en nuestra vida diaria, nos enfocamos más en lo que queremos y en nuestras metas, sin considerar si estamos realmente alineados con lo que Dios desea para nosotros.
Cuando Ezequías recibió a los enviados de Babilonia, mostró sin reservas todos sus tesoros, sin discernir que esas personas podrían tener intenciones ocultas. Esto nos recuerda que no todas las relaciones que formamos son saludables o beneficiosas. En nuestra vida cotidiana, es fundamental aprender a evaluar las intenciones de quienes nos rodean. A veces, nos dejamos llevar por emociones o apariencias, olvidando que es esencial proteger nuestro corazón y nuestras bendiciones.
La reflexión aquí es clara: debemos ser intencionales en poner nuestras vidas en orden y en rodearnos de personas que realmente buscan nuestro bienestar. Al buscar la dirección de Dios en nuestras decisiones y relaciones, podemos evitar caer en trampas que amenazan nuestra paz y propósito. Cuidar nuestro corazón implica no solo ser buenos con los demás, sino también ser sabios al elegir con quién compartimos nuestra vida y nuestras bendiciones.
Dios siempre llega Justo a tiempo
P. Elias Hoyos
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