En el relato de Génesis, Dios nos asigna la responsabilidad de cultivar y cuidar lo que nos ha sido confiado, comenzando con el jardín del Edén. Esta tarea no solo se limita a un espacio físico, sino que se extiende a nuestras familias y relaciones. A menudo, nos distraemos con las preocupaciones diarias y el trabajo, descuidando lo que realmente importa: nuestros seres queridos. La historia nos recuerda que, al igual que Adán y Eva, podemos perder de vista nuestras responsabilidades y permitir que influencias externas, como la «serpiente», afecten nuestras vidas y hogares.

Es fundamental reflexionar sobre cómo estamos gestionando nuestras responsabilidades. La vida moderna nos empuja a enfocarnos en el éxito material, pero esto no debe ser a expensas de nuestra familia. Nuestros hijos y parejas necesitan nuestra atención y cuidado. Si descuidamos estas relaciones, permitimos que influencias negativas tomen el control. La verdadera riqueza se encuentra en las relaciones que cultivamos y en el amor que compartimos, y es nuestra responsabilidad asegurarnos de que estamos presentes y activos en la vida de quienes amamos.

DIOS SIEMPRE LLEGA JUSTO A TIEMPO

P. ELIAS HOYOS

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