SERIE: CONTAMINADOS
Queridos hermanos y amigos, hoy quiero invitarlos a reflexionar sobre algo que a menudo pasamos por alto: el impacto de nuestras pequeñas acciones en nuestra vida espiritual. A veces, participamos en conversaciones de doble sentido, negociaciones poco éticas o relaciones que no honran a Dios, y lo justificamos diciendo que es normal o que todos lo hacen. Sin embargo, debemos entender que el pecado no es solo un acto externo, sino que tiene una raíz interna que lo produce. Es esa disposición de nuestro corazón y mente la que realmente nos aleja de Dios.
Es fácil caer en la trampa de justificar nuestras acciones pecaminosas, pero cada pequeño pecado, como una gota de agua contaminada en un vaso de agua limpia, puede contaminar toda nuestra vida. La Biblia nos enseña que un poco de levadura leuda toda la masa. Es decir, un pequeño pecado puede crecer y afectar nuestra relación con Dios y nuestra vida en general. No se trata de lo que nosotros consideramos normal o aceptable, sino de lo que Dios dice. Debemos ser vigilantes y discernir las influencias que permitimos en nuestra vida, y tomar decisiones conscientes para apartarnos del pecado.
La solución es simple pero profunda: arrepentirnos genuinamente y renunciar al pecado. No se trata de seguir justificando nuestras acciones, sino de reconocer cuando estamos equivocados y apartarnos de ello.
Dios siempre llega Justo a Tiempo
P. Elias hoyos
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