SERIE: BENDECIDOS
La Biblia nos enseña que las maldiciones no vienen sin causa. Cuando abrimos puertas espirituales a través de nuestras acciones u omisiones, permitimos que entren ciertas influencias negativas a nuestra vida. Estas pueden manifestarse como maldiciones o bendiciones. Es crucial entender esto para no vivir infringiendo la ley de Dios, pues las consecuencias siempre llegan, ya sea por desconocimiento o por conocimiento. La Palabra de Dios dice que la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23).
Todos heredamos algo, no solo genéticamente, sino también espiritualmente. Conductas, hábitos y situaciones repetitivas en la familia pueden ser señal de una herencia espiritual. Cuando entregamos nuestra vida a Cristo, Él comienza a iluminar esos rincones oscuros y a revelar lo que necesitamos soltar y desaprender. Debemos tener cuidado de no dar más credibilidad a lo que vemos en nuestra familia que a la libertad que tenemos en Cristo. Enfermedades, divorcios, problemas emocionales y otros patrones negativos pueden ser resultado de maldiciones familiares que necesitan ser quebrantadas en el nombre de Jesús.
P. Elias hoyos