En momentos de crisis y soledad, nuestra mente se convierte en un campo de batalla. Podemos sentirnos oprimidos por deudas económicas, maltrato en casa, enfermedades, o cualquier otra mala noticia que nos desanime. En estos momentos, es fácil caer en la tentación de pensar que no vivir es la mejor opción. Sin embargo, debemos recordar que Satanás existe y quiere destruirnos, sembrando pensamientos de muerte y dolor. Pero Jesús vino para deshacer sus obras, mostrándonos el verdadero camino hacia la salvación y la vida eterna, un camino que nos da verdadera paz y propósito en la tierra.
Recuerdo una vez en que estábamos predicando al aire libre, y una mujer se acercó a nosotros después del mensaje y la oración. Ella estaba a punto de cometer una terrible acción, pero se detuvo para buscar ayuda. Esto me hizo reflexionar sobre el sufrimiento que muchas personas experimentan en silencio, sintiendo que no hay esperanza y que la vida no tiene sentido. Pero David, en su desesperación, aún podía decir: «Tengo sed de Dios, del Dios viviente». Él comparaba su anhelo espiritual con la sed física, mostrando que incluso en los momentos más oscuros, hay una luz de esperanza en Dios.
Quizás hayas pasado por momentos de gran depresión o desaliento, sintiendo que quieres tirar la toalla y rendirte. Pero la solución no está en dejar de seguir viviendo, sino en buscar el consuelo y el propósito que solo Dios puede dar. No permitas que las situaciones de la vida te roben la esperanza. En cambio, abre tu corazón a Dios y permite que Él te guíe hacia una vida llena de sentido y propósito.
DIOS SIEMPRE LLEGA JUSTO A TIEMPO
P. ELIAS HOYOS
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