SERIE: INEXPLICABLE
Cuando dudamos, a menudo nos sentimos avergonzados y tratamos de justificar nuestra incertidumbre con excusas. Pero la Biblia nos enseña que el verdadero fracaso no está en dudar, sino en el orgullo que nos impide reconocer que necesitamos ayuda. El hijo pródigo tuvo que llegar a la miseria para darse cuenta de que debía volver a la casa de su padre. De la misma manera, a veces tenemos que perderlo todo para mirar al cielo y admitir que necesitamos la ayuda de Dios.
Pedro, el discípulo que caminó sobre las aguas, es un ejemplo de cómo la duda puede convertirse en fortaleza. Cuando Pedro dudó y comenzó a hundirse, clamó a Jesús: «¡Señor, sálvame!» (Mateo 14:30). En ese momento de vulnerabilidad, Jesús lo levantó y le dijo: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?» (Mateo 14:31). Así como Pedro, cuando reconocemos nuestra debilidad y clamamos a Dios, Él extiende su mano para sostenernos.
P. Elias hoyos