En nuestra vida diaria, es fundamental aprender a alegrarnos con los que están alegres y a llorar con los que lloran, tal como se nos enseña en Romanos 12:15.

Este versículo nos recuerda que ser un verdadero hijo de Dios implica no solo buscar nuestros propios logros, sino también apoyar y ayudar a quienes nos rodean, incluso a aquellos que no conocemos bien. La empatía y la compasión son esenciales para construir relaciones sanas y significativas en nuestra comunidad.

DIOS SIEMPRE LLEGA JUSTO A TIEMPO

P. ELIAS HOYOS

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