SERIE: CARTAS DESDE LA PRISIÓN
En la vida, a menudo enfrentamos momentos de dolor, crisis o debilidad, tal como Pablo experimentó con su «aguijón». Pero Dios no siempre nos libra del sufrimiento; en cambio, nos ofrece algo mucho más profundo: su gracia. Él nos dice: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad» (2 Corintios 12:9, NTV). Esta gracia no es un simple consuelo, sino una fuerza divina que nos sostiene cuando sentimos que no podemos más. Reconocer que dependemos totalmente de Dios —y no de nuestra propia capacidad— es el primer paso para experimentar su poder transformador en medio de las batallas cotidianas.
Para vivir practicando esta verdad, debemos aprender a confiar en Dios en lugar de en nosotros mismos. Cuando lleguen el dolor, la enfermedad o la escasez, en vez de desesperarnos, podemos acercarnos a Él con honestidad y decir: «Señor, no entiendo por qué pasa esto, pero confío en que tu gracia me sostendrá». Como dice Proverbios 3:5-6 (NTV): «Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar». La práctica constante de la oración, la gratitud y la lectura de Su Palabra nos mantiene enfocados en su fidelidad, no en nuestras limitaciones.
P. Elias hoyos